Sesenta años de servicios al Rey, y murió... ingresado de caridad en el Hospital Militar de Cádiz.
ENRIQUE REINALDO MACDONNELL Y GONDÉ
Pontevedra
1753 - Cádiz 1823
Teniente
General de la Real Armada, Ministro del Supremo Consejo del
Almirantazgo, Combatiente en Trafalgar, Comendador de Palomas en la
Orden de Santiago, Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo.
Permaneció
en estado de soltero.
GENEALOGÍA
Hijo
mayor de Reynaldo Macdonnell Barry de Derryloun (*Burgos
7.11.1710-Barcelona 1757), Mariscal de Campo de los RR.EE.,
Brigadier-Coronel del Regimiento de Infantería de Irlanda,
Comendador de Palomas en la Orden de Santiago (1736), que había
casado en 1748 con Gerónima Gondé Madelein de Belletoure
(*Annecy-Francia 1730). Tuvieron seis hijos.
Expediente
de pruebas de Jerónima Gonde Madelain Chevreux y Dexiddé, natural
de Annecy, para contraer matrimonio con Reynaldo Macdonell, caballero
de la Orden de Santiago. Año 1748
[AHN-CASAMIENTO.SANTIAGO Exp.10151]
Era
nieto paterno de Randall (Reynaldo) Macdonnell
(*Dublin, Irlanda), Teniente General de los RR.EE., que estaba
casado con Dorotea Barry (*Cork, Irlanda). Randall y su
hermano Alexander, habían salido de Irlanda con sus padres, y aunque
primeramente se instalaron en Francia donde participaron en las
guerras francesas, posteriormente Randall fue enviado a España a
servir al rey Felipe V en el regimiento de infantería Hibernia de la
Brigada Irlandesa de España, entrando en combate en 1710 a las
ordenes de Berwick, y participando en el sitio de Barcelona. En
plena guerra de Sucesión Española, Randall mandaba el regimiento
Irlanda y Alexander el regimiento Hibernia. Tras la campaña en
Italia, ambos se encontraban en Barcelona en 1720. Randall participó
en la Expedición de Orán en 1732, volvió varias veces a Italia en
los siguientes años, y en 1743 él y sus hijos Reynaldo y Daniel
participaron en la victoria de Camposanto siendo heridos, al año
siguiente murió Daniel en la batalla de Velletri. Randall
Macdonnell murió en 1745, tomando el mando del regimiento Irlanda su
hijo Reynaldo.
Era
nieto materno y ahijado en la pila bautismal de Henrique de Gondé
(*Granois, Francia 1671) y de su esposa Susana Madeleine de
Belletoure (*Cruseilles, Francia 1699), que contrajeron
matrimonio en el año 1723.
Fueros
sus bisabuelos, por la línea paterna, Daniel Macdonnell
(*Condado de Antrim, Irlanda), que era hijo natural de Alexander
Macdonnell, III conde de Antrim, y estaba casado con Ana Haules
(*Condado de Yok, Inglaterra), y John Barry de Derriyloun
(*Cork, Irlanda), casado con Francisca Waldren (*Somerset,
Inglaterra).
Fueron
sus bisabuelos, por la línea materna, Francisco de Gondé
(*Granois, Francia), casado con Marta
de Cheureux de Cheman (*Angres, Francia), y Josef Gaspar
Madeleine de Belletoure (*Cruseilles, Francia), casado con
Claudia Francisca David de
Belletoure (*Sallanches, Francia).
CRONOLOGÍA
1760-1775
Con
siete años de edad es filiado en el Regimiento de su padre (1760),
el cual fallece dos años después (1762); ingresa como 2º Teniente
en el regimiento de Ultonia (1764), que era el tercer regimiento de
la Brigada Irlandesa; unos años después es promovido al empleo de
Teniente de Infantería (1769); obtiene el empleo de Capitán de
Infantería (1774), y es nombrado Caballero de la Orden de Santiago
(1775).
1776
Ostentando
el empleo de capitán de infantería solicita su pase a la Armada,
que le es autorizado el 9 de julio con el empleo de teniente de
fragata; embarca en el jabeque Gaviota, y posteriormente en la
fragata Carmen; formando parte de la división del capitán de navío
don Félix de Tejada participa en varias combates contra barcos
argelinos en las costas de África.
1777-1778
Con
fecha 28 de febrero de 1777 es promovido al empleo de teniente de
navío, en abril embarca en el jabeque Pilar con misión de corso por
el Mediterráneo; transborda a finales de 1778 al navío San Isidro,
y un mes después a la fragata Magdalena con la que sostiene combate
contra una fragata corsaria inglesa en aguas de las Azores y resulta
herido.
1780-1782
Al
mando del jabeque-chambequín Andaluz (del porte de 30 cañones),
forma parte del convoy que mandado por don José de Solano transporta
tropas, entre ellas al regimiento de infantería Hibernia, a La
Habana donde desembarcan en agosto de 1780; un año después, en
1781, participa a bordo del navío San Gabriel en el sitio de
Pensacola, mandando provisionalmente una compañía de infantería de
marina; cumplida la misión regresa a La Habana y es promovido, el
día 4 de agosto, al empleo de capitán de fragata; posteriormente
embarca, en enero de 1782, de segundo comandante de la fragata
Matilde que hace una expedición a la isla de Roatán en la costa de
Honduras, tras la conquista de dicha isla regresan a La Habana y
recupera el mando de su chambequín. Promovido al empleo de
Capitán de Navío con fecha 23 de junio [Mercurio de España-Julio
1782]. Regresa a la Península tras haber permanecido dos años
en tierras americanas, tenía 29 años de edad.
En
el año 1783 reside, durante nueve meses, en la Corte, y otra vez en
Cádiz, en agosto de 1784 se le confiere el mando del navío Santo
Domingo, al que conduce a Ferrol para ser desarmado, regresando a
Cádiz en un buque particular.
En
1785, viviendo en Cádiz, tiene un incidente con un ciudadano francés
en la plaza de toros de Cádiz al que hiere gravemente con su
espada, afortunadamente el francés no murió y a Macdonnell solo le
costó algunos meses de reclusión en su casa, y por orden del Rey,
unos meses de prisión en el Puntal, mostrando su desacuerdo en una
carta dirigida al ministro Valdés.
"... Vuestra Excelencia me permitirá señalar que, en este caso, la conclusión del juez ha tenido en cuenta sólo las leyes de la tierra que fueron violadas por mi acción, y ha ignorado completamente las leyes de honor que llevan tanto peso en la profesión militar y son, o deberían ser, considerados como su nervio central. Por desgracia, estos dos conjuntos de leyes no siempre son compatibles y, en circunstancias, juzgué que es preferible arriesgar el rigor de los primeros, más bien que se sometan a la ignominia de recibir un golpe, en presencia de múltiples personas, de las manos de un extranjero que es hermano de un fabricante de abanicos en París y que no se hubiera atrevido a dirigirse a mí como lo hizo si no se hubiera sentido conmovido por el espíritu de igualdad que prevalece en esa ciudad, a pesar de las buenas medidas que el Gobierno ha tomado para suprimirlo ... " 1785 [Carta de Enrique Macdonnell al Ministro don Antonio Valdés]
1787-1789
Desde
el mes de julio de 1787 hasta noviembre del mismo año,
interinamente, desempeña el cargo de Capitán del Puerto de Cádiz.
Este cargo lo ocupa, ya en propiedad, desde mayo de 1788 a marzo de
1789. Finalmente dimite, por haber solicitado, con carácter
voluntario, su pase a la armada del Reino de Suecia.
1789-1790
Tras
obtener el permiso real para pasar a la armada sueca que estaba en
guerra con Rusia, se le confiere el mando del jabeque Odden, y en
agosto participa en el combate de la desembocadura del río Kymmené,
en la Finlandia rusa, entre una flotilla sueca contra otra rusa,
siendo hecho prisionero tras un duro y valiente intercambio de fuego
de muchas horas, siendo llevado a San Petersburgo. Dos meses después
es liberado y devuelto a Suecia tras prometer no volver a servir
contra Rusia en aquella guerra. A pesar de los honores y cargos que
le ofreció el rey de Suecia, decide regresar a nuestra patria,
decisión que aplaude el rey de España.
1791
Ya
en Ferrol, recibe en julio el mando del navío San Felipe Apostol
(botado en Ferrol en 1781, dos puentes, del porte de 64 cañones),
para operar al corso en aguas del Estrecho, deja el mando en
diciembre del mismo año.
1793-1794
En
enero de 1793 recibe el mando del navío Astuto (botado en La Habana
en 1759, dos puentes, del porte de 64 cañones), pasando en el mes de
agosto al llamado Gallardo (botado en Ferrol 1754, dos puentes, del
porte de 74 cañones). Dirige un escrito de queja al ministro,
indicando que oficiales con menos antigüedad estaba recibiendo el
mando de barcos como el América, Asia, Pelayo y él recibía el
mando de un barco que había sido rechazado por alguno de ellos, el
Gallardo (70 cañones), mando que ostentaría hasta el 14 febrero
1794. Unos meses después de quejarse, con fecha 1º de febrero, con
40 años de edad, fue promovido a Brigadier de la Armada [Mercurio
de España-Enero 1794]
Al
parecer, la razón para que no se le confirieran mandos de buques de
primera línea era que no había recibido formación en la Compañía
de Guardiamarinas, ya que había accedido a la Armada procedente del
Ejército.
1794-1799
En
el mes de febrero de 1794 asume el mando del navío San Carlos, viaja
en febrero a La Habana, se incorpora a la escuadra de Aristizabal
operando en aguas del Caribe. Regresa a Cádiz en abril de 1795.
Posteriormente, toma el mando del navío San Nicolás y más tarde
del llamado Ángel de la Guarda con los que realiza nuevos viajes a
La Habana. En 1797 tiene un incidente con un teniente de navío,
Fernando Morillo, y es reconvenido por la Superioridad, lo que le
lleva a solicitar la baja en la Armada, solicitud que no es cursada
por influencia de su hermano Daniel.
1800-1804
Regresa
a España en 1800, un año después solicita el retiro del servicio
activo, sin paga pero con derecho al uso de uniforme, solicitud que
le es autorizada con fecha 23 de enero de 1802.
Con
fecha 8 de mayo de 1804 escribe un “Plan de Campaña ofensiva
coordinada de Mar y Tierra contra los estados Unidos de la América
Septentrional”. Este Plan le
es devuelto por el ministro don Domingo Grandallana, que al parecer
ni lo había leído.
1805
Al
declararse la guerra a Gran Bretaña se le admite, con fecha 24 de
diciembre de 1804, el reingreso en la Armada y se le respeta el
empleo de Brigadier. Participa en la batalla de Trafalgar al mando
del navío Rayo.
Gravina,
extralimitándose, había ordenado el armamento de 14 buques,
añadiendo dos a los doce autorizados por Godoy, el San Justo y El
Rayo, proponiendo además para su mando a los capitanes don Miguel
Gastón y don Enrique Macdonnell, respectivamente. Godoy ratificó
estas decisiones de Gravina, no sin mostrarle su gran disgusto y
hacerle una clara llamada a la disciplina.
El
navío Rayo era un buque botado en La Habana en 1751, el más antiguo
de la flota, del porte de 100 cañones, que contaba con más de 800
hombres embarcados, el brigadier don Enrique Macdonnell tenía como
segundo de a bordo al capitán de navío don Pedro de Mesa y Baulen.
En el combate que tuvo lugar el día 21 de octubre, figuraba en la
tercera escuadra que mandaba el contraalmirante Pierre
Étienne René Marie Dumanoir le Pelley, y
navegaba entre los buques franceses Scipion y Formidable. Finalmente,
por las circunstancias, tuvo que combatir separado de su división
por haber caído a sotavento. Incorporado con el buque insignia
Príncipe de Asturias, este le ordenó acudir en ayuda de los navíos
que aún se batían. Posteriormente, siguiendo las instrucciones de
la insignia de Gravina se reagrupó con otros buques y se dirigieron
a Cádiz, fondeando en el Placer de Rota. Dos días después del
combate, a pesar del temporal, salió nuevamente de puerto intentando
rescatar lo que se pudiera de los navíos de la flota combinada,
siendo apresado por el HMS Donegal, y finalmente quedó varado y
destrozado en la zona de Torre Carbonera.
PARTE
DE CAMPAÑA DE D. ENRIQUE MACDONELL COMANDANTE DEL NAVÍO RAYO.
Excmo.
Sr.: El 23 del corriente, segundo día después del combate del 21, y
hallándome de orden de V. E. a bordo de su navío el Príncipe de
Asturias, se sirvió V. E. darme por la mañana su orden de palabra
para que diera la vela con el nombrado Rayo de mi mando y demás que
pudieron verificarlo, con todas las fragatas y bergantines, a fin de
recoger los buques desmantelados de nuestra escuadra, sin separarme a
lo sumo de la costa arriba de un par de leguas y de no empeñar
combate con fuerzas superiores, y sólo en caso de probabilidad de
buen éxito lo ejecutase con las que fuesen iguales. = Mi navío Rayo
en esta actualidad tenía rendido y con reata su mastelero de velacho
por encima de su tamborete. Las velas mayores con algunos cañonazos
que las clareaban; y uno particularmente que rotas las jimelgas
internaban diez pulgadas en el alma del palo mayor. La jarcia rota y
absolutamente en banda; porque aunque tezada en puerto, como nueva
dio mucho de sí al primer empuje de las velas. = Llegado a bordo del
Rayo, hallé le había faltado la noche anterior su cable sencillo,
por lo que dando fondo al ayuste y garrando con ésta se dejó caer
la esperanza por las violentas rachas de viento y hallarse verileando
con los arrecifes de Rota. Quise levar la esperanza, y con la muy
gruesa mar de leva se me disparó dos veces el cabrestante por tener
mal hechos sus lingotes, y me lastimó veinte hombres, cuatro de
ellos de muerte. Me vi precisado a dar la vela cortando ambos cables.
Los vientos al SSE. inciertos y por la proa; todo anunciaba un
vendaval. Por este motivo y por haberse descubierto como al SO. de
dieciocho a veintiún navíos de línea ingleses, hice la señal de
volver a fondear en el puerto de Cádiz; a donde ya me parecía
imposible verificarlo, con un navío en tan mala disposición
marinera como el Rayo y que sólo andaba tres millas. Pero a este
tiempo nos distrajo esta atención el navío francés el Plutón que
puso no sé por qué la señal de que los enemigos huían en desorden
cuando nosotros éramos sólo cinco navíos, cuatro fragatas y dos
bergantines; y siguiendo por fuera me precisó a imitarle. = A pesar
de esto, mis esfuerzos se dirigían a barloventear para ser dueño
del puerto; y muy poco o nada grandeaba con unas vergas mayores que
por haber dado de sí sus bozas venían a bracearse muy por debajo de
las arragayas; sin poder echar arriba los juanetes por la poca
seguridad de los masteleros mayores. Como a las cinco de la tarde
advertimos al Santa Ana llevado de remolque por una fragata francesa
y que toda nuestra división se dirigía a Cádiz. Vuestra Excelencia
es testigo del temporal que nos vino encima. Procuramos siempre el
puerto pero con muy poca esperanza de llegar a él, abatíamos
considerablemente con unas gavias arriadas sobre soco, y unas mayores
que no portaban. No hubo un marinero que se atreviese a subir a tomar
rizos, porque a la verdad, aunque los palos con sus repetidos
crujidos amenazan venirse por instantes abajo, no eran ellos por otro
lado hombres para este desempeño. Para venir a una conclusión, a
las diez de la noche se vino abajo el mastelero y verga de velacho,
llevándose media cofa de trinquete. A poco rato se nos rifó de alto
a bajo la mayor, y luego después sobre la misma fugada el trinquete.
Con la gavia y la mesana que me quedaban procuraba cuanto podía no
caer a sotavento, a donde sabía de cierto estaban inmediatos los
enemigos. A las doce de la noche se nos cayó dentro el palo y
mastelero mayor, siguiendo el temporal cada vez más recio y tenaz. A
la una y media de la madrugada del 24 se nos partió el palo mesana
quedando tendido sobre la toldilla; a esta hora, hallándome sobre
treinta y cinco brazas de fondeo, dejé caer la cuarta ancla con cien
brazas de cable, que era la única que me quedaba. A las tres se nos
zafó la caña del timón cuya cabeza mandé asegurar con cuñas, por
lo mucho que golpeaba y con gran peligro contra el codaste. A las
cuatro y media viéndonos con veinticinco brazas de agua y que íbamos
garrando, mandé cortar las bozas de la verga de trinquete, cuya vela
no se había podido aferrar, y esta faena la ejecutó mi primer
carpintero, pues que ningún Oficial ni hombre de mar se atrevió a
ello. = En fin, llegó y aclaró el día y nos reconocimos al O. de
Sanlúcar, distancia como de tres leguas: rodeados de la escuadra
inglesa y dos navíos de ella que venían sobre nosotros, distantes
como de una legua a lo sumo. = En esta crítica situación, acosados
del temporal que seguía y de los enemigos, junté a todos los
Oficiales de Guerra del navío Rayo y pedido sus pareceres; se
examinó y determinó: que nuestro navío hallándose sin palos y por
los fuertes bandazos que pegaba por la muy gruesa mar que había,
metía de banda y banda la primera batería toda en el agua hasta el
batiporte bajo de la segunda, por cuyo motivo se le había clavado
cabriones a sus cureñas desde el instante del desarbolo. Que la de
esta última no se podía destrincar sin grave peligro y no poderse
además manejar. La tercera batería toda cubierta y empachada por
los palos y jarcias que pendían por los costados. Todo lo cual
expuso el Teniente de Bombarda D. Melchor Álvarez, enviado al
reconocimiento de toda ella. A popa no teníamos guardatimones, por
el mucho arrufo y falta de explanada. Los cañones de único servicio
eran las dos miras de proa y tal vez los dos de las muras. En este
estado indefenso se resolvió tirar a varar el expresado navío en la
costa; y de no poderlo verificar por la más inmediata proximidad del
enemigo, no había otro partido que tomar que rendirlo por falta
absoluta de fuegos con que defenderlo, y por estar ya absolutamente
rendido en la disposición en que se hallaba. = Como a las ocho de la
mañana se nos situó por la proa a tiro de fusil el navío Donnegal,
de 90 cañones. = Y tan precisamente por la proa, que no lo pudimos
descubrir por ningún cañón de la segunda batería conque
pensábamos tirar aunque trincados algunos cañonazos, más bien por
la forma que por otra cosa. Al mismo tiempo venía el Leviatan de 74
cañones a situarse por nuestra popa, y estando éste a un tercio de
tiro de cañón, al instante que rompió el fuego el Donnegal
arriamos la bandera: a los dos navíos, a la escuadra y sobre todo al
temporal que tanto nos había acosado y imposibilitado. = El Donnegal
nos marinó. Con la precisa anticipación he echado yo mismo al agua
los pliegos reservados, libros de señales atados a una palanqueta de
a veinticuatro. Vuestra Excelencia graduará según sus altos
conocimientos los hechos que acabo de exponer. Pero nunca podrá
evaluar el profundo dolor que reina en nuestros corazones, de haber
rendido a los temporales y a una escuadra entera y victoriosa un
navío que no habían podido rendir en el desgraciado combate del 21,
y si algo puede templar este acerbo dolor, si algo patentiza nuestra
deplorable situación, es que a pesar de los esfuerzos de los
enemigos de dos Oficiales, tres Guardias Marinas y setenta y dos
marineros escogidos que pusieron dentro, el navío Rayo ha ido a
varar dos días después de apresado a nuestra costa, sobre Torre
Carbonera, como dos leguas al NO. de Sanlúcar. = Dios guarde a V. E.
muchos años. = Navío Donnegal, tres leguas al O. de Rota. = Excmo.
Sr. = Enrique Macdonell (rubricado). = Excelentísimo Sr. D. Federico
Gravina.
Por
Real Orden de 9 de noviembre de 1805 se autoriza la promoción con
carácter general de todos los jefes y oficiales que habían
participado en el combate de Trafalgar, por lo que asciende a Jefe
de Escuadra.
1808
Tras
la insurrección de Sevilla, contra los franceses, es nombrado por la
Junta Suprema de la ciudad para subir a bordo del navío insignia del
almirante John Child Purvis, comandante general de la escuadra que
bloqueaba la ciudad de Cádiz, tratando de conseguir el cese de
hostilidades entre España y Gran Bretaña, asunto que es resuelto
satisfactoriamente.
1815-1823
Diez
años después del último ascenso, por Real orden de 8 de diciembre
de 1815 (antigüedad de 14 de octubre de 1814), es promovido al
empleo de Teniente General, continúa asignado al departamento de
Cádiz.
Ante
la grave situación económica que atravesaba España y la dificultad
existente para percibir sus haberes, fue admitido en el Hospital Militar de Cádiz ya que carecía de medios para comer, allí
permaneció desde el verano de 1815 hasta el verano de 1816.
Queriendo
remediar su miseria, el gobierno le nombró, en el año 1817,
ministro del Consejo Supremo del Almirantazgo, pero al ser disuelto
en 1818 tuvo que regresar a Cádiz. Con fecha 15 de mayo de 1819
solicita el mando de la Expedición a Lima, la cual quedó muerta
tras el levantamiento del ejército destinado a aquella, no obstante
el Rey ya tenía elegido otro Jefe. En el otoño de aquel mismo año de 1819 se produjo en Cádiz un rebrote de la epidemia de fiebre amarilla que produjo 467 víctimas mortales, casi todas ellas murieron en el hospital del Arsenal de La Carraca.
Gravemente
enfermo y en la más completa miseria fue admitido nuevamente en el Hospital Militar de Cádiz donde falleció el 23 de noviembre de
1823.
Guillermo
C. Requena
FUENTES:
- Galería biográfica de los Generales de Marina. Francisco de Paula Pavía. Madrid 1873.
- Campaña del Almirante Macdonnell sobre Estados Unidos en 1804, por el Dr. J. Francisco V. Silva. Nuestro Tiempo (Ciencias y Artes-Política y Hacienda). Núm. 236, Madrid, Agosto 1918.
- Trafalgar: Papeles de la campaña de 1805. Eduardo Lon Romeo. Institución Fernando el Católico (CSIC). Diputación de Zaragoza. Zaragoza 2005.
- The Peerage of Ireland: or, A genealogical history of the present nobility of that kingdom..., Volumen 1. Escrito por John Lodge y Mervyn Archdall . Dublín 1789.
- BNE- Hemeroteca Digital.
- BVD- Biblioteca Virtual Defensa.
- BOE- Gazeta Colección Histórica.
- PARES-Ministerio de Educación
- BVPH-Ministerio de Educación
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