Monteverde desafió la autoridad española y se autoproclamó Capitán General de Venezuela, frente a la voluntad de la Regencia Española...
IX CAPITÁN GENERAL DE VENEZUELA
JUAN DOMINGO MONTEVERDE RIVAS
Jefe
de Escuadra de la Armada, Coronel General de la Real Brigada de
Marina, Comandante Principal de los Tercios del Levante, Capitán
General de Venezuela y Presidente de su Real Audiencia, Capitán
General de Puerto Rico, grandes
Cruces de Carlos III, de Isabel la Católica, y de San Fernando.
Genealogía
Hijo
de Antonio Estanislao Monteverde y Lugo-Viña (*La Orotava
1735), terrateniente, y de su segunda esposa Francisca Remedios
Rivas y Home (*La Laguna 1748),
que contrajeron matrimonio en 1766 y tuvieron 10 hijos.
Nieto
paterno de Manuel
Joaquín de Monteverde y Lordelo (*La
Orotava 1701)
y
de su esposa Beatriz
Catalina Magdalena de Lugo-Viña y Franchi-Alfaro (*1704).
Nieto
materno de
Valentín Rivas y Betancourt-Castro, capitán,
y
de su esposa Cecilia
Home Franchi-Betancourt
Matrimonio
Casado
con de Catalina
Paula del Carmen de Betancourt y Molina,
que era hija del teniente coronel Agustín de Betancourt y Castro y
de la aristócrata Leonor de Molina y Briones-Monteverde, una familia
de la nobleza tinerfeña. Tuvieron al menos un hijo, Agustín
de Monteverde Betancourt que
trabajó en Rusia con su tío materno y llegó a ser general del
ejército ruso.
Su
cuñado, Agustín
de Betancourt y Molina
el “Da Vinci” canario, que fue el padre de la ingeniería civil,
fundador y primer director de la Escuela de Ingenieros de Caminos y
Canales de España y fundador del Real Gabinete de Máquinas de
Madrid, trabajó para el Zar de Rusia durante 16 años.
Cronología
Cadete
en el Regimiento de Milicias Provinciales de la Orotava (1785);
ingresó en la compañía de guardiamarinas de Cartagena (1789) y
posteriormente se trasladó y sentó plaza en la compañia de Cádiz
(1790), allí estudia a las órdenes del capitán de navío don
Domingo de Nava; ascendió a alférez
de fragata
(1793), embarcado en la escuadra de Juan de Lángara que, junto con
el almirante Samuel Hood, se apoderó de Tolón.
S.M.
ha ascendido a Alféreces de Fragata de su Real Armada a los Guardias
Marinas D. Pedro de la Sota y Rio, D. Gerónimo Caballero y Ovando,
D. Luis de Vera y Lafita, Don Domingo Monteverde y Rivas, D. Fernando
Govantes y Valdivia, … [Mercurio de España -Febrero
1793]
Asistió
a la defensa del fuerte de Malga y la plaza de Rosas a las órdenes
de Gravina, hasta la firma de la Paz de Basilea.
En consequencia de la promoción de
Tenientes Generales, Xefes de Esquadra y Brigadieres que el Rey se
sirvió hacer con fecha de 5 de Septiembre próximo pasado en su Real
Armada; y queriendo S. M. premiar igualmente la antigüedad y el
mérito que han contraído otros Oficiales de las demás clases de
ella durante la última guerra, se ha dignado promover a sus
inmediatas a los que expresa la siguiente relación: A Alféreces de
Navío los de fragata... D. Gerómino Caballero, D. Luis de Vera y
Lafita, D. Domingo Monteverde, Don Joseph de la Muela, D. Pedro
Moriano y Gallego … [Mercurio de España-Septiembre 1796].
Promovido
al empleo de alférez de navío
(1796), a bordo de la fragata Paz participa en la Batalla del Cabo de
San Vicente, en el que la escuadra española del general José de
Córdova es derrotada por la escuadra británica del almirante John
Jervis (14 de febrero de 1797). A finales de ese mismo año y durante
1798 pasó al apostadero de Algeciras, donde se le confirió el mando
alternativo de varias cañoneras durante el ataque a Gibraltar,
actuando como escolta de algunos de los convoyes que transitaban por
la zona. En 1799 sirvió en la escuadra de José de Mazarredo
Salazar, y en 1800 participó en la defensa de El Ferrol contra la
expedición inglesa. En julio de 1801 se le ordena embarcar en la
fragata Sabina que zarpa con rumbo a Cartagena de Indias, donde se le
confiere el mando del bergantín Cartagenero (antiguo bergantín
Drake capturado a los británicos) de aquel apostadero; promovido al
empleo de teniente de fragata
(1802), embarcado en el navío San Leandro regresa a la Península,
fondeando en Cádiz (1804), donde se le confirió el mando de una
cañonera. Participó en la Batalla de Trafalgar (1805) a bordo del
navío San Ildefonso, siendo herido y hecho prisionero; luego de ser
canjeado, fue destinado una vez más al departamento de Cádiz, donde
se le nombró ayudante en la compañía de guardiamarinas y fue
ascendido al grado de teniente
de navío,
por R.O. de 9 de noviembre de 1905, en la que el Rey concede una
promoción general a los combatientes en la batalla; recibe licencia
para Canarias para reponerse de las heridas (1806); regresa al
Departamento de Cádiz (1807); durante
la invasión napoleónica en la península estaba en Cádiz, en el
arsenal de La Carraca, y formó parte en el combate y rendición de
la escuadra del almirante François Étienne de Rosily-Mesros (1808);
enviado a Sevilla, allí fue nombrado capitán de cazadores del 2º
batallón del 1er. regimiento de infantería de marina, toma parte en
las batallas de Ciudad Real y Talavera, y por sus actuaciones se le
asciende a capitán de fragata
(1809)
y se le condecora con la cruz de aquella batalla; posteriormente
interviene en otras acciones de guerra y en la de Ocaña resulta
herido, pero siguió batiéndose en retirada con su batallón hasta
Cádiz; embarca en el navío San Lorenzo que zarpa rumbo al puerto de
La Habana (1810); en San Juan de Puerto Rico se le confirió el mando
de una fuerza de 150 hombres (1811); destinado a Venezuela (1812),
donde había comenzado la lucha por la independencia, para combatir
la insurrección; desde la provincia de Coro se dirige hacia el
centro encontrando buena acogida en gran parte de la población;
consigue apoderarse de Carosa, y favorecido por un terremoto y otras
circunstancias, tomó Barquisimeto; continúa sus conquistas y
triunfa en San Carlos y conquista Valencia, de la que salió huyendo
el gobierno republicano; los venezolanos prepararon la contraofensiva
al mando de Francisco Miranda, con el que se enfrentó y al que
obligó a firmar la capitulación de San Mateo el 25 de julio, es
ascendido a capitán de navío
(1812).
CARACAS.
OFICIO DEL GENERAL MONTEVERDE AL CAPITÁN GENERAL DE
VENEZUELA. Al concluir el día
de ayer los tratados de paz con los comisionados del gefe de las
armas Caraqueñas para someter sin efusión de sangre ni otros
estragos de la guerra, a nuestro legitimo soberano el territorio que
faltaba por conquistar en esta provincia; se ha incluido el artículo
de que sea yo exclusivamente el que pase a ocupar dicho territorio, y
a poner en cumplimiento todos los particulares, bajo que se ha
pactado el presente convenio de pacificación.—Este acuerdo
esencial, entre los demás a que me he visto en la necesidad de
condescender para evadir todo obstáculo, e inconveniente que se
oponga a la reconquista de estas provincias, y a restablecer los
derechos de nuestro soberano,seria por si solo bastante para
obligarme á insinuar á V. S. no ser conveniente al servicio del
rey, ni a la causa pública en las presentes circunstancias, que
entre a exercer las funciones de gobernador y capitán general en
virtud del nombramiento que tiene hace mucho tiempo, sin que
sobrevenga nueva orden o disposición de S. M.; pero bien a mi pesar
observo que a este fundamento se agrega el poderoso de la opinión de
los pueblos interiores que por sus oficios y documentos, recibidos en
el propio día de ayer, me hacen ver les asiste la misma intención
de no admitir por ahora a V. S. en los empleos de gobernador y
capitán general de Venezuela hasta otra soberana determinación. En
situación semejante veo un inminente peligro de que resulte un
trastorno de que sean ilusorias todas mis fatigas con el exército
que me está encargado: que se dificulte a lo menos la reducción de
las provincias de Cumaná, Barcelona, y Margarita, y finalmente que
este territorio vuelva a mover la anarquía, y a prepararse su total
desolación. Movido, pues, de estos temores, y sin conducirme por
otros fines que los de la grave importancia de restablecer estos
dominios a nuestro legítimo monarca, y asegurar la paz y
tranquilidad a la menor costa del estado; me veo en la dura necesidad
de insinuar a V. S. se sirva no adelantar ningún paso en el uso de
los empleos de gobernador y capitán general, en el concepto de que
si V, S. estimare hacer qualquiera gestión en contrario, no puede
esperar buen resultado, y sí cargar con la responsabilidad de tan
graves consequencias. Tengo, por muy conveniente que en el interín
determina S. M. lo que sea de su real agrado, se separe V. S. de
esta, provincia al parage que le parezca mas a propósito para
esperar las resultas del parte de estas ocurrencias que dirijo a
nuestro soberano.
Si
V. S. ha traído consigo a los señores ministros que pertenecen a la
real Audiencia de esta provincia según que de ello se me ha dado
alguna noticia; puede V. S. significar a dichos señores que pasen,
desde que lo tengan a bien, a establecer el tribunal en la ciudad de
Valencia, ínterin tomo posesión de la de Caracas, o se resuelve
qual ha de ser la capital, mediante la total ruina que ha padecido
ésta. Es tan interesante la actuación de los expresados, señores
ministros en todos los asuntos civiles, como que considero estarán
sufriendo las causas y negocios que deben ser de su conocimiento, un
atraso de mucha consideración con perjuicio de la vindicta publica,
y de los particulares litigantes, que han carecido de este recurso
desde que entré en posesión de estos pueblos, caminando siempre con
el dolor de no tener siquiera un letrado con quien consultarme,
redimiéndose así mis disposiciones a prontas, y extraordinarias
providencias.—Dios guarde a V. S. muchos años. Quartel
general de San Mateo 27 de Julio de 1812.
— Domingo de Monteverde. — Señor capitán general Venezuela. [El
Español (Londres). 30/10/1812,
n.º 30 ]
RESPUESTA
DEL CAPITÁN GENERAL.
He
leído con tanta sorpresa como sentimiento el oficio de V. de 27 del
corriente., No porque la ambición del mando, u otras pasiones que
suelen mover el corazón humano tengan parte en mi disgusto; sino
porque considero que ningún paso podía darse mas ofensivo contra el
supremo gobierno de la nación, ni mas fecundo, en pésimas y
funestas consequencias, que el de desconocer en el acto mismo de la
pacificación de unas provincias levantadas, la legitima autoridad o
lo que es lo mismo, permitir un acto que es el que ha obligado al
gobierno a valerse de la fuerza para someter estas provincias. Hago a
V. la justicia de creer que sus sentimientos son demasiado nobles y
pundonorosos para haberse decidido a tomar el partido violento que
indica en su oficio con deliberada intención de ofender al soberano
gobierno nacional; porque para un militar de honor no hay
procedimiento que le degrade mas a sus propios ojos, a los de sus
conciudadanos, y a la posteridad que el desconocer la subordinación,
y ofender aun en lo más leve la fidelidad al soberano. Pero como los
errores en que incide el entendimiento los corrige la reflexión y el
convencimiento; no puedo menos de poner a la consideración de V. sin
ninguna mira personal, y solo con el objeto del mejor servicio del
rey, que es el que debe dirigir todas nuestras operaciones; que
desprenderse del mando un gefe nombrado por la autoridad suprema que
todos reconocemos, por la intimación de otro, que aunque lleno de
conocimientos, de valor y de patriotismo, y digno del reconocimiento
nacional, no dexa de ser subalterno suyo; es barrenar las bases de
todo gobierno, autorizar el escandaloso procedimiento de que el
pueblo de un distrito particular, o lo que se llama pueblo se
constituya superior al mismo gobierno, y por consiguiente se
introduzca la anarquía, y es hacerse cómplice de un reato que no es
compatible con los deberes de un gefe y con los sentimientos de un
militar honrado...
...
Dice V. que su resolución ha sido efecto de un artículo de la
capitulación hecha por V. con el comandante de las tropas de
Caracas; pero prescindiendo de las consideraciones y reflexiones que
se agolpan en mi imaginación sobre el hecho de la capitulación
¿cómo es posible que un gefe victorioso que conquistaba los pueblos
y destruía los exércitos con la celeridad de un rayo, haya podido
desconocer que recibiendo la ley del vencido, en el momento que
estaba en su mano reducirle a cenizas, oscurece toda su gloria
entrando en capitulaciones que no esperaban? En fin ¿como se ha
podido ocultar a la penetración, al juicio, y al talento, de V. que
mi mando en estas provincias acaba de recibir una nueva sanción del
gobierno puesto que al dar por concluida la comisión regia, se me
nombran los consultores que deben auxiliarme con sus luces en las
operarciones militares de estas provincias, se manda al comisionado
regio mismo que me entregue sus instrucciones, y se circulan órdenes
al virey de México, y a los capitanes generales de la Habana y
Puerto Rico para que me auxilien con toda clase de socorros para
llevar a cabo la pacificación de esta provincia? ¿Y con qué
titulo, baxo que color podrá V. suplantarse en mi mando, y ser
reconocido por aquellos gefes? El mando político que tengo en estas
provincias, y en cuya virtud se me ha remitido la constitución
política de la monarquia para que la publique; la convocatoria para
las próximas Cortes ordinarias, y otras órdenes, cuyo cumplimiento
se me encarga personalmente ¿baxo que pretexto podrán pasarse para
su cumplimiento y execución a una persona que no tiene autoridad
conocida, y que debe la que se quiere subrogar, a un artículo de una
capitulación, es decir a una ley dictada por un enemigo del estado?
No hablo a V. de otros infinitos puntos que cada uno resiste
abiertamente la resolución de V. porque hago la justicia que debo a
su mérito y creo que estas sencillas indicaciones bastarán para que
no acibaremos los días de gloria y placer puro que tendrá la nación
el día que sepa los nuevos laureles que acaba V. de ganar en el
campo del honor. Mi carácter es, por fortuna mía, bastante pacífico
para desear que estas desagradables ocurrencias terminen del modo que
conviene al servicio del rey, a la tranquilidad de esta provincia, y
al honor de entrambos, y a fin de que así pueda conseguirse sin
estrépito, sin escándalo público, y sin dilaciones perjudiciales
he comisionado al coronel Don Manuel del Fierro, para que
entregándole este oficio, pueda enterar a V. de los sentimientos que
me animan, y ser nuestro iris de paz. Dios guarde a V. muchos años.
Puerto Cabello 29 de Julio de 1812.—Fernando
Miyares.--Señor don Domingo Monteverde. [El Español
(Londres). 30/10/1812, n.º 30]
Capitán
General Provincia de Venezuela y Plaza de Caracas
3.9.1812
– 28.12.1813
Después
de sus triunfos, es designado Capitán General de Caracas y
Presidente de su Real Audiencia en sustitución de don Fernando
Miyares que pasa a gobernar Maracaibo.
Cádiz, 28 de septiembre. Caracas
se entregó por capitulación, donde han entrado las tropas leales,
el Sr. Monteverde que las mandaba ha sido nombrado Capitán General
de Caracas [Diario de Palma
13.10.1812].
ORDEN
Se manda manifestar a D. Domingo
Monteverde que S. M, ha oído con aprecio sus operaciones militares y
el valor de sus tropas en la pacificación de la provincia de
Caracas.
Excmo. Sr.:
Por los documentos que V. E. nos acompaña con papel de esta fecha, y
devolvemos adjuntos, se han enterado las Cortes generales y
extraordinarias de las operaciones de las armas nacionales en
Venezuela; y en su vista se ha servido S. M. resolver que por medio
de la Regencia del Reino se manifieste a D. Domingo Monteverde que
las Cortes han visto con suma satisfacción y particular aprecio el
feliz resultado de sus acertadas disposiciones, y los importantes y
distinguidos servicios que así el mismo, como los Oficiales y tropas
de su mando, han contraído en la pacificación de la provincia de
Caracas. De orden de S. M. lo comunicamos a V. E., para que
teniéndolo entendido la Regencia del Reino, disponga su
cumplimiento. Dios guarde a V. E. muchos años, Cádiz
21 de Octubre de 1812. Juan Bernardo
O'Gavan, Diputado Secretario. = Juan Quintano, Diputado Secretario.
= Sr. Secretario del Despacho de Marina. [Colección
de Decretos y Órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias desde 24.5.1812 hasta 24.2.1813. Tomo III]
Al conocerse la promulgación de la Constitución de 1812, Monteverde no respeta el acuerdo con Miranda, y apresa a los patriotas,
implantando un régimen tirano, lo que extendió el movimiento de
independencia en 1813. El gobierno le premia con la Gran Cruz de
Carlos III, En el mes de agosto, sitiado en Puerto Cabello por Simón
Bolívar, rechazó el ataque, y recibiendo refuerzos con la llegada
de un regimiento procedente de Cádiz, volvió a tomar a defensiva,
pero es derrotado por los revolucionarios en Bárbula y en las
Trincheras, teniendo que refugiarse de nuevo en Puerto Cabello
gravemente herido en la mandíbula y, finalmente, entregó el mando el 28 de diciembre
de 1813, pasando a Puerto Rico a curar sus heridas, y desde allí
regresó a la Península en septiembre de 1816, continuando su
carrera.
El
22 de agosto 1817 es promovido
a brigadier de la Real Armada, condecorado
con la gran
cruz de la Orden de Isabel la Católica y
la Cruz
Laureada de San Fernando,
en su segunda clase, en reconocimiento a los servicios prestados a la
Corona.
Recuperando la salud durante seis años.
Por
R.O. de 3 de diciembre de 1823 es nombrado Capitán General del
Ejército e Isla de Puerto Rico, y Gobernador Político y Militar de
su Plaza y Distrito, siendo el deseo del Rey, a solicitud del
interesado, que el brigadier Monterverde jure el cargo en la Real
Audiencia de Sevilla, antes de embarcarse.
Por
R.O. de 10 de febrero de 1824 se le ordena suspenda el embarque por
haber resuelto el rey que continúe en su cargo el actual Capitán
General de Puerto Rico, don Miguel de la Torre.
El
brigadier de la Real Armada don Domingo Monteverde es nombrado
capitán general de Puerto Rico. Luego, se le ordena que suspenda el
embarque por haber resuelto el Rey que continúe en aquel mando el
mariscal de campo don Miguel de la Torre. 1823-1824 [AHN-Ultramar,
2004, Exp.18]
El
21 de junio de 1824 es ascendido a Jefe de Escuadra.
Comandante
Principal de Tercios del Levante
1825
– 1827
Entre
el 28 de agosto de 1825 y 7 de marzo de 1827 ocupa el cargo de
comandante principal de los tercios del Levante.
Brigada
Real de Marina
1827-1832
El
24 de junio de 1827 es nombrado Coronel General de la recién creada
Brigada Real de Marina (Infantería y Artillería)
Estado Militar de España 1830
BRIGADA REAL DE MARINA
Por Real orden de 20 de Enero del
año pasado de 1827 ha tenido a bien S. M. crear este Cuerpo,
compuesto de los antiguos Batallones de Infantería y Brigadas de
Artillería de Marina, para el desempeño del servicio de ambas
armas. Consta por ahora de tres Batallones, y cada uno de seis
Compañías, con la fuerza aquellos de mil trescientas cuarenta y
cuatro plazas. Está mandado por un Mariscal de Campo, con la
denominación de Coronel general, aunque dependiente del Inspector,
que lo es el Director general de la Armada.
A
partir de 1830 la Brigada queda reducida a dos batallones y se atisba
una nueva organización al no cuajar por falta de la preparación
necesaria la práctica conjunta de servicios que con anterioridad se
realizaban por separado.
En
1831 se le subleva la oficialidad y, aunque pudo sofocar la
insurrección se le sometió a proceso, del que fue absuelto y
ratificado en sus cargos, pero quedó muy afectado debido a su gran pundonor y a su quebrada salud.
Fallece
el día 15 de septiembre de 1832 en la Isla de San Fernando, cinco
meses después la Brigada Real fue disuelta.
Guillermo
C. Requena
FUENTES:
BNE-
Hemeroteca Digital.
BVD-
Biblioteca Virtual Defensa.
BOE-
Gazeta Colección Histórica.
PARES-Ministerio
de Educación
BVPH-Ministerio
de Educación
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